Hacía dos años que todo había terminado. Al menos la guerra para la cual lo entrenaron durante tantos años. Solo recuerdos quedaban de aquella batalla en el inframundo. O eso creían ellos.
Por enesíma vez, la misma pesadilla lo despertaba, eran las 4 de la mañana. A esa hora medio Londres estaba durmiendo. Se le ocurrío marcar el número del móvil que su hermano le dejara antes de partir; mala idea. Hacia dos meses que soñaba lo mismo. Las mismas escenas se repetían una y otra vez en una secuencia interminable, últimamente también mientras estaba despierto.